Árboles con alma


Mi abuelo, ilustre abogado y popular poeta costumbrista altoaragonés, publicó en 1935 una poesía en homenaje a los árboles dedicada a los niños. Se trataba de un poema sencillo, pedagógico, amable: a continuación transcribo la primera estrofa:

"La cuna en que nuestra madre / nos mece en la edad primera, / la lumbre de los hogares / de las risueñas aldeas, / el techo que nos cobija, / los muebles que nos rodean, / las flores que nos perfuman, / los frutos que nos sustentan, / los libros en que estudiamos / y el arca en que nos entierran; / son producto de los árboles / que véis crecer por doquiera" ...

Pues bien, el objeto de este blog es unirme a ese homenaje y dar a conocer los árboles ya que no con versos míos, con fotografías mías... Y con poemas acerca de los árboles de autores consagrados. Por cierto, el resto de la poesía de mi abuelo podéis leerlo en la entrada "Los árboles" de este blog.

viernes, 17 de junio de 2016

Bella Sombra. Ombú. Ampliación


Esta "página" o "entrada" del blog es complementaria de la página principal referente al Ombú, a la "Bella Sombra".

Incluimos ahora unos cuantos Ombús que tienen un especial empaque o alguna circunstancia peculiar que los hace de particular interés... Hay que reconocer que todos los ombús son magníficos y tienen un interés particular: su belleza os volverá a sorprender

Este es el "bosquecillo de ombús" de la Diagonal que hemos visto en la entrada general del Bella Sombra.



Contemplamos más de cerca y en una tarde soleada varios de esos ombús...


Y esta es la perspectiva desde dentro del "bosque":

Sabemos que es una planta dioica. Aquí tenemos la delicada obra de orfebrería natural que compone las inflorescencias masculinas:


Y, éste es, al atardecer, el ejemplar del ombú masculino que ha producido esas inflorescencias. Está cerca del Monasterio de Pedralbes:


Delante de la Comandancia de Marina del puerto, un gran ombú da la bienvenida a la ciudad


En la parte alta de la ciudad de Barcelona, en la zona de la Guinegüeta se encuentra la "Rambla de cazadores", toda ella rodeada por ombús de espectaculares troncos. En efecto, los troncos y la parte de las raíces que emerge del suelo dan lugar a una bella sucesión de recias esculturas naturales:  


Vemos varios de esos llamativos troncos...:


Excesivas bases para plantas de no más de 12 ó 15 metros...


Comprenderéis que la Rambla de Cazadores merece un tranquila visita

Recordamos ahora la forma y características de las hojas


Y las inflorescencias femeninas. Quizás menos esbeltas que las masculinas pero, en cualquier caso, muy atractivas:

Ampliando la siguiente fotografía quizás podamos "individuar" algunas de las flores de la inflorescencia:

Ya conocemos los peculiares frutos del Ombú: frutos carnosos, que recuerdan las bayas, asociados en infrutescencias colgantes: de color verde claro al principio y más oscuros con el paso de los meses hasta llegar casi al negro...
Esta infrutescencia se ve ciertamente muy nítida y es muy representativa y vistosa:


Los ayuntamientos tienden a incorporar a sus avenidas alineaciones de ombús, siempre llamativos. Vemos la de Miramar..., en Barcelona:


Y esta última alineación, que cierra esta entrada de "ampliación" se encuentra en Tarragona, cerrando el balcón del Mediterráneo...



Para volver a la entrada principal del "Bella sombra", clicad aqui: Ombu Principal

lunes, 13 de junio de 2016

El alma del Ombú. Silva Valdés

El poeta uruguayo  F. Silva Valdés, nos ofrece un poema dedicado al "alma del ombú". Nuestro blog, el blog de los "Árboles con alma", debía lógicamente darlo a conocer. Se trata de un sencillo y amable poema infantil, dirigido fundamentalmente a los niños... Estoy seguro de que os alegrará conocerlo. Aquí lo tenéis...


El alma del Ombú. Silva Valdés

Yo soy un árbol sin flores.
Mis flores, al parecer,
son tan insignificantes
que casi no se me ven.

Y así, soy árbol sin galas,
mi madera no es madera ;
sirvo mucho para sombra,
mas no sirvo para leña.
Sin embargo, soy el árbol
más hermoso de estas tierras.

En mi copa redonda,
donde anidan las estrellas,
se refugiaron un día
unas cuantas canciones,
todas de la tierra nuestra,
arrojadas y corridas
por costumbres forasteras.

Y al ser un árbol sin galas,
sin galas y sin madera
-como lo dije al principio-
tengo las flores más bellas,
las de más vivos colores,
las que perfuman la selva,
estos cantos y estas danzas
que en mi savia ponen fiesta.

F. Silva Valdés, uruguayo