El laurel, "llorer" en catalán, es un arbol originario del Asia Menor, extendido por toda Europa desde tiempo inmemorial: en Grecia y Roma los grandes personajes, emperadores, generales victoriosos, poetas... eran coronados con coronas de laurel.
Cultivado en parques y jardines, se ha extendido por nuestra geografía, en especial por barrancos humedos de zonas próximas al mar. El laurel de la anterior foto está en el jardín de la Facultad de Farmacia, de Barcelona.
Suelen ser árboles de poca talla y, a veces, se plantan varios juntos para darles más cuerpo. Es el caso de estos:
Disimulados sus troncos tras unas matas dan una impresión de gran potencia..., pero vistos desde otro ángulo se manifiesta que se trata de varios "arbolillos".
Este conjunto de laureles están en el parque de la Maternidad, también de Barcelona. Atras, a la izquierda, aparece un tilo.
Se trata de árboles muy longevos: viven cientos de años... Por ello pese a su lento crecimiento pueden llegar a ser grandes árboles de hasta 15 metros.
El ejemplar de la derecha, situado en Montjuich nos lo demuestra.
Y comprobamos asimismo el notable tamaño de este otro laurel, situado también en la Facultad de Farmacia
En un árbol mediterráneo, ligado a la cultura clásica como hemos dicho y como veremos: he aquí un laurel romano: detrás vemos la Columna de Trajano...
Sus troncos son lisos, esbeltos; tienen una corteza no muy gruesa, lisa, de color gris claro. Sus ramas son ascendentes: de ordinario dan al arbol un aire más bien vertical: no generan copas amplias; aunque hemos de reconocer que a veces si las generan amplias... como hemos visto.
Este tronco corresponde a un gran laurel del parque de la Ciudadela.
Y el siguiente tronco, magnífico, pertenece a un laurel del parque romano de Villa Torlonia.
Las hojas son lanceo-ladas, simples, coriáceas, con el márgen entero y ondulado. Son muy olorosas, con un agradable olor: se utilizan para dar aroma en algunos guisos, para infusiones estomacales, etc...
Son hojas de un oscuro color verde, acabadas en punta. Miden entre 5 y 10 centímetros. Vemos aquí otro conjunto de ellas...
En las axilas de las hojas, junto a los peciolos, aparecen en la primera primavera los capullos que darán lugar a las flores.
Se trata de una especie "dioica", es decir, cuyas flores femeninas y masculinas se situan en pies distintos...
Vemos ahora algunas de esas flores. En efecto: se asientan en las axilas de las hojas; suelen ir en grupos de 4 a 6 .
Flores ahora más maduras. Miden entre 7 y 15 milímetros de diámetro... Comprobamos que son de color amarillo
Nos acercamos a uno de esos grupos de flores:
Y nos acercamos más aún. Son inflorescencias muy complejas, en las que podemos distinguir flores que apenas abandonan su capullo y otras más maduras... vemos sus pétalos, blancos, sus otros elementos, amarillos...
Los frutos son en baya; de color verde al principio y negro cuando están maduros: más o menos entre octubre y noviembre. Parecen aceitunas pequeñas. Contienen una única semilla. Aqui los vemos aún verdes...
Incorporamos aho la fotografía de unos laureles situados en el Real Jardín Botánico de Madrid, en un cálido atardecer. El laurel es un árbol que aunque prefiere las zonas litorales se da bien en toda la península Ibérica.
En efecto, el laurel es un árbol ligado a la cultura greco-romana. El mito de Apolo y Dafne ha estado presente en nuestra historia del arte: Dafne huye de Apolo que la desea. Al ser alcanzada recurre a los dioses que le permiten convertirse en laurel y superar así la pretensión de Apolo.
La escultura de la izquierda, de Bernini, es una de las obras maestras de la escultura barroca. Podéis admirarla en el museo de Vila Borguese, en Roma
También la mejor literatura acoge ese mito. En España es Garcilaso de la Vega quien con más belleza lo recoge. Dice en su Soneto XIII:
A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que al oro escurecían.
De áspera corteza se cubrían,
los tiernos miembros, que aun bullendo estaban;
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
el árbol que con lagrimas regaba.
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño!
¡Que con lloralla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!
Terminamos recordando otra tradición vinculada al laurel, no profana sino religiosa: en Cataluña, y supongo que en toda España, el Domingo de Ramos se llevan a la iglesia ramos de laurel para que sean bendecidos en la Misa y para celebrar con ellos y con palmas la entrada solemne de Jesucristo en Jerusalem que se conmemora en tal día.